En julio se celebra el 10° aniversario del Rocket League, un juego que ha podido mantenerse en el gaming competitivo y no parece tener techo.
El 7 de julio de 2015 Psyonix, un destacado desarrollador de
videojuegos estadounidense, lanzaba Rocket League, un peculiar
híbrido de fútbol y autos propulsados por cohetes. Diez años después, su
popularidad no solo se sostiene: sigue evolucionando con un modelo de negocio
renovado, una escena competitiva global, y una base fiel que ha mantenido su
pasión intacta.
El lanzamiento fue un giro inesperado. Tras el
discreto éxito de Supersonic Acrobatic Rocket-Powered Battle-Cars
(2008), Rocket League refinó la fórmula con controles accesibles, física
precisa y partidas ultrarrápidas, acompañadas de la ventaja del cross-play
entre PS4 y PC. Esto generó más de 5.000 reseñas abrumadoramente positivas
en Steam y se convirtió rápidamente en uno de los juegos más vendidos de la
plataforma.
Desde el primer día, el juego superó las expectativas
de Psyonix. Según Dave Hagewood, fundador del estudio, la demanda fue
abrumadora y hasta generó problemas de servidor. “Fue muy extraño tener
tanto éxito y al mismo tiempo un problema tan grande que resolver”. Ese
reto evidenció el potencial explosivo del título.
Lo que comenzó como una curiosidad se transformó en un
fenómeno competitivo. En marzo de 2016 nació la Rocket League Championship
Series (RLCS), y en agosto se celebró el primer torneo con premios de
USD 55.000. Desde entonces, la liga ha crecido sin parar, consolidándose como
pilar del esports.
Llegados a 2025, Rocket League sigue activo: la
reciente Season 19 marca la celebración del décimo aniversario con eventos
especiales, cosméticos dorados (como las ruedas “Cristiano Gold”) y un
relanzamiento del estadio DFH. Esta actualización demuestra que la fórmula
original sigue siendo viable y atractiva incluso una década después.
Al tener una base de jugadores estable, más de 40
millones de usuarios para principios de 2018, y un ecosistema rentable gracias
a microtransacciones no invasivas, Rocket League validó un enfoque de “juego
como servicio” mucho antes de que otras grandes produjeran éxitos similares.
A día de hoy, su creciente éxito tiene sentido no solo
por nostalgia, sino porque plantea preguntas relevantes: ¿qué juegos pueden
mantenerse vivos diez años sin perder frescura? Rocket League demostró que,
con diseño sólido, soporte continuo y comunidad activa, un juego puede
trascender su tiempo de lanzamiento.
En este 10º aniversario, celebramos un experimento indie que se convirtió en icono global y pionero de un modelo de contenido vivo, competitivo y cross‑play. Rocket League no solo sigue funcionando: sigue marcando el camino en cómo entender dignamente la evolución de un videojuego moderno.
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